Hablo de un Dios
lejano,
su distancia es este vasto
desierto que no abarco,
su silencio, el vacío
que me deja en este abrazo.
Hablo del candor estremecido
de las palabras,
de su urgencia apagada,
del espacio que no colma
su sentido.
Sustantivos, adjetivos, verbos…
vuelan sin conciencia
de sí mismos.
Hablo de nosotros,
de este hombre,
de su vulgaridad tan creída,
de la frialdad con que encierra
su alevosa indiferencia.
Hablo de este hombre
que camina y que no sabe
hacia dónde,
que interpone
sus engaños, sus fronteras,
que esconde sin vergüenza
su remordimiento.
Ya ves, hablo
de esta lenta travesía
del desafecto.
- Qué más da! Si también
me asustan las montañas,
beso piedras,
abrazo árboles,
saludo a las vacas… -
No hay comentarios:
Publicar un comentario