(AMANECIDA)




Como el alba, clara y serena,
me está queriendo la vida
-igual que tus ojos -.

Atónito,
confuso aún en tu encuentro
virginal,
escucho alborozarse el día,
asumirse en su ofensiva
con otra luz
y me pregunto
si es que vienes de lo alto
- lucero de otro cielo -,
o si tal vez
amaneces también,
como todo,
como yo,
sin Dios ni ayuda
desde el fondo común
- raíz sombría -.

Pero estás,
todo lo ocupas.
Esta luz envuelve
tu incorpórea presencia.
Enciende, reaviva
tu calmo latir entre las sombras,
en las estanterías,
y entre mis ropas revueltas
de ayer…

Y tal vez no he despertado,
tal vez
este pálpito de luz
sea sólo
la espuma de un sueño.

O el olvido necesario
que da vida a tu recuerdo.

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