ASAMBLEA EXTRAORDINARIA DE BOSQUES
Esa sensación de que en los bosques,
cuanto existe y sucede
encubre,
cómplice,
un secreto,
algo clandestino que quizá
nuestro cerebro de mono engreído
olvidó en su desarraigo,
esa sensación de que los árboles
se hablan por lo bajinis
y están compinchados con los helechos,
¿la tuviste?
Era cierta.
Lo demuestra la científica Suzanne Simard.
Tierra abajo, los bosques cooperan.
Lo hacen de manera ejemplar. Conectados
por un tejemaneje de micelios
intercambian experiencias,
hablan en la lengua del carbono,
del fósforo o del nitrógeno.
El roble viejo ayuda al roble joven
sin despreciar de camino al castaño
ni al boletus ni a la ortiga.
Todo el bosque unido
en la tarea de subsistir.
Es normal que, de un tiempo a esta parte,
los bosques anden mosqueados.
No sepan a qué atenerse.
Porque el mono engreído
ha vuelto,
motosierra en mano,
y no hace más que talar y talar
y traerse amiguitos exóticos
con los consiguientes problemas de adaptación.
Y empiezan a estar hartos.
Me ha comentado una falsa
acacia
que bajo tierra se barrunta
una gran revolución.
Se ha convocado la Asamblea
Extraordinaria de Bosques.
Alisos, espinos, nemorosas
y amanitas de todo el mundo
debaten si aliarse
con terremotos y huracanes.
Toda la tierra unida
contra el mono engreído.
Toda la tierra unida
en la tarea de subsistir.
(De El Silencio De Los Petirrojos - Ritxi Poo - Editorial A Fortiori)
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